Horarios de tutorias: Lunes y jueves de 12.00 hasta 14.00, en el departamento de ciclos formativos.
Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de promoción de la autonomia personal y atención a las personas en situación de dependencia.
Esta ley se aprobó en 2006 para que las personas con dependencia puedan valerse por si mismas con la ayuda de un profesional, en caso de que no puedan valerse se le presta una ayuda a ellas o a sus familiares para ayudarles en las actividades básicas de la vida diaria. Aquí esta la ley al completo.
http://www.msps.es/ciudadanos/proteccionSalud/infancia/promo_infan_nino.htm
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/dependencia/generaria/45000/empleos/cesara/lista/espera/elpepisoc/20110506elpepisoc_6/Tes
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PELICULAS RECOMENDADAS:
¿Y tú quién eres?
Película Española dirigida por Antonio Mercero en la que podemos ver y analizar la enfermadad del Alzheimer y las consecuencias que esta enfermedad tiene tanto en los propios enfermos como en la familia o gente que le rodea.
A la edad de ocho años Marcel es abandonado por su madre. El niño crece junto a su abuelo Pascual, con el cual descubre las cosas más importantes de la vida y del cual recibe el cariño que su madre le he negado.
Cuando Marcel tiene veintiún años decide iniciar su propia vida; planea irse a vivir con su novia y dejar la casa de su abuelo, la casa en la que se ha criado. En ese momento Pascual empieza a padecer unos extraños síntomas: le diagnostican Alzheimer. Los planes de Marcel cambian radicalmente y empieza una dramática cuenta atrás. Abuelo y nieto vuelven a estar uno junto al otro, incondicionalmente, hasta que se miran por última vez.
Antonio habla poco. Parece ser el único que está dentro del tiempo, más denso, los demás están desfasados, apurados, o nerviosos. El tiempo es de Antonio, él está en un estado contemplativo, está en el presente. A través de la puerta entreabierta de su habitación, es testigo de lo preparativos para la llegada de su hijo. El médico que lo visita y que conoce desde hace años, es la única persona con la que Antonio pude compartir sus inquietudes, su curiosidad intacta: los mecanismos de la memoria, los ciclos temporales que se repiten con variaciones, la migración de los pájaros. El médico habla con él mientras lo revisa y le recomienda reposo. Sabe que habrá que internarlo.
A la siesta ocurre un hecho casual: un pequeño insecto, una abeja, que queda atrapada entre la cortina y la ventana del cuarto produce un ruido molesto. Antonio, con mucha dificultad, levanta y abre la ventana para liberarla. Entonces siente en su rostro la intensa brisa que viene del exterior y el murmullo de la naturaleza viva. En ese momento decide escaparse, no para fugarse sino para intentar su último arranque vital, la última fuerza que le queda como hombre sano, vertical, que puede valerse por sus propios medios. Camina a la intemperie, respira, miras las nubes, hace pis parado y lo festeja con alegría. Cuando llega al muelle de la laguna ya no puede seguir y queda acostado, sin poder levantarse. Antes de cerrar los ojos ve que el mundo está vivo a su alrededor y él se está apagando. Lo encuentran unas mochileras. Entre todos, junto a los caseros que lo buscaban desesperados, lo llevan a la casa. Está consciente, pero muy cansado.
Al anochecer, el hijo viene en camino junto a su mujer. Son de otra generación, vienen en otra frecuencia distinta, más urbana, están enojados entre sí, irritados. Inevitablemente el encuentro será un desencuentro. Padre e hijo se saludan con cordialidad distante. Como si no se conocieran en realidad. El hijo le presenta su mujer a su padre. El momento es incómodo. Quieren brindar, decirse algo significativo pero suena un celular. No pueden comunicarse entre sí. Tienen cuarenta años de distancia entre uno y otro.
Antonio, sin embargo parece sereno. Habiendo visto finalmente a su hijo, se deja ir. Cierra los ojos en la cama, junto a la mujer de su hijo que se ha quedado conversando con él. El hijo ha huido hacia su cuarto, como huyendo de las emociones. Antonio va entrando en los plácidos recuerdos de la infancia, se aleja. El día llega a su fin. La vida se termina. Los demás personajes, lo vivos, los que quedan de pie, tienen un instante de duda, de vacilación, cada uno por su lado, como una pausa en sus tareas, como si intuyeran la muerte y a la vez el ciclo de la vida que siempre continúa. Afuera cae la noche…
Sinopsis: Cuajo es el sobrenombre de Enrique Heredia, un rapero con una parálisis cerebral que le dificulta la movilidad y con un sueño: construir un estudio de grabación propio donde poder producir su música. Para esto contará con la ayuda de su amigo Adolfo, un mulato de 30 años que malvive con su padre alcohólico. “A mí no me digas que no se puede” es el principio que guía la vida de Cuajo, pero esta misión va a resultar muy complicada. Él y Adolfo deberán superar dificultades de todo tipo para conseguir su objetivo en un entorno hostil y difícil, donde la violencia aparece por todas partes. Una lucha entre el fatalismo y el optimismo en pos de un sueño.
Amanecer de un sueño.
Cuando Marcel tiene veintiún años decide iniciar su propia vida; planea irse a vivir con su novia y dejar la casa de su abuelo, la casa en la que se ha criado. En ese momento Pascual empieza a padecer unos extraños síntomas: le diagnostican Alzheimer. Los planes de Marcel cambian radicalmente y empieza una dramática cuenta atrás. Abuelo y nieto vuelven a estar uno junto al otro, incondicionalmente, hasta que se miran por última vez.
La ventana
Sinopsis
Al amanecer Antonio (Antonio Larreta), un hombre de ochenta años, se despierta en el que será el último día de su vida. No sabemos si él lo sabe. Quizá lo intuye, porque cada momento, cada variación de la luz, le llama la atención. Vive en una antigua casa de campo. Está en cama, enfermo, y lo cuidan con dedicación sus caseros y una empleada. Esperan a su hijo, que vive en el extranjero y no ve hace mucho tiempo y que llegará esa tarde informado del estado de su padre.Antonio habla poco. Parece ser el único que está dentro del tiempo, más denso, los demás están desfasados, apurados, o nerviosos. El tiempo es de Antonio, él está en un estado contemplativo, está en el presente. A través de la puerta entreabierta de su habitación, es testigo de lo preparativos para la llegada de su hijo. El médico que lo visita y que conoce desde hace años, es la única persona con la que Antonio pude compartir sus inquietudes, su curiosidad intacta: los mecanismos de la memoria, los ciclos temporales que se repiten con variaciones, la migración de los pájaros. El médico habla con él mientras lo revisa y le recomienda reposo. Sabe que habrá que internarlo.
A la siesta ocurre un hecho casual: un pequeño insecto, una abeja, que queda atrapada entre la cortina y la ventana del cuarto produce un ruido molesto. Antonio, con mucha dificultad, levanta y abre la ventana para liberarla. Entonces siente en su rostro la intensa brisa que viene del exterior y el murmullo de la naturaleza viva. En ese momento decide escaparse, no para fugarse sino para intentar su último arranque vital, la última fuerza que le queda como hombre sano, vertical, que puede valerse por sus propios medios. Camina a la intemperie, respira, miras las nubes, hace pis parado y lo festeja con alegría. Cuando llega al muelle de la laguna ya no puede seguir y queda acostado, sin poder levantarse. Antes de cerrar los ojos ve que el mundo está vivo a su alrededor y él se está apagando. Lo encuentran unas mochileras. Entre todos, junto a los caseros que lo buscaban desesperados, lo llevan a la casa. Está consciente, pero muy cansado.
Al anochecer, el hijo viene en camino junto a su mujer. Son de otra generación, vienen en otra frecuencia distinta, más urbana, están enojados entre sí, irritados. Inevitablemente el encuentro será un desencuentro. Padre e hijo se saludan con cordialidad distante. Como si no se conocieran en realidad. El hijo le presenta su mujer a su padre. El momento es incómodo. Quieren brindar, decirse algo significativo pero suena un celular. No pueden comunicarse entre sí. Tienen cuarenta años de distancia entre uno y otro.
Antonio, sin embargo parece sereno. Habiendo visto finalmente a su hijo, se deja ir. Cierra los ojos en la cama, junto a la mujer de su hijo que se ha quedado conversando con él. El hijo ha huido hacia su cuarto, como huyendo de las emociones. Antonio va entrando en los plácidos recuerdos de la infancia, se aleja. El día llega a su fin. La vida se termina. Los demás personajes, lo vivos, los que quedan de pie, tienen un instante de duda, de vacilación, cada uno por su lado, como una pausa en sus tareas, como si intuyeran la muerte y a la vez el ciclo de la vida que siempre continúa. Afuera cae la noche…
El truco del manco
Yo también
Sinopsis. Daniel (Pablo Pineda), un joven sevillano de 34 años, es el primer europeo con síndrome de Down que ha obtenido un título universitario. Comienza su vida laboral en la administración pública donde conoce a Laura (Lola Dueñas), una compañera de trabajo. Ambos inician una relación de amistad que pronto llama la atención de su entorno laboral y familiar. Esta relación se convierte en un problema para Laura cuando Daniel se enamora de ella. Sin embargo, esta mujer solitaria que rechaza las normas encontrará en él la amistad y el amor que nunca recibió a lo largo de su vida.
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